A través de una década, los Indianapolis Colts han construído un estilo de juego -no solo de ataque-, basado en la figura de su quarterback. La filosofía de los de blanco y azul se ha fundamentado en un desarrollar un tremendo poder de pegada. La estrategia, tan sencilla como efectiva: el ataque debe ser quien gane los partidos. Pero al contrario de lo que podría deducirse, eso no significa convertir cada match en un festival de anotaciones, todo lo contrario. Las victorias llegarán a través de un cómodo colchón gracias a tres claros elementos tácticos:
En primer lugar, una offensive line altamente especializada, a menudo reforzada por dos tight ends -Dallas Clark desempeña un magnífico papel-, cuyo trabajo casi exclusivo es la protección del quarterback. Una gran parte del éxito de su juego de ataque reside en proporcionar a Manning el suficiente tiempo como para que lea las rutas y tome las mejores decisiones. A este empeño los Saturday, Pollak o Diem se entregan con probada eficiencia. Tanto que la media de sacks recibidos en los último cinco años es de 15 aún incluyendo en el cálculo la nefasta temporada del 2007 en la que se registraron nada menos que 21.
La segunda pata del banco está formada por Austin Collie, Pierre Garçon, Reggie Wayne, Anthony Gonzalez y Blair White. Ellos componen un cuerpo de receptores de solvencia garantizada. Seguramente parecen hoy mejores de lo que serían con cualquier otro quarterback. Recordad cuántos excelentes receptores languidecen, viendo como se les escapa sus carreras deportivas, esperando servir bajo un mariscal de campo mínimamente capaz de enviarles pases atrapables. Pero los receptores de los Colts, insertados dentro de un sistema que combina múltiples opciones de pase, consiguen brillar con luz propia. Como supondréis, no es solo mérito del pasador; al otro lado de la parábola que describe un pase es imprescindible que el balón no se tope con las famosas manos de mantequilla.
Por último y no menos importante, debemos considerar la administración del tiempo de juego. Como acertadamente describió Johan Cruyff, "si tú tienes el balón, el contrario no lo tiene". Y Manning es una auténtico maestro en el arte de prolongar y administrar, cuando es necesario, la duración de sus drives. Con ello, the horseshoes mantienen bajo control el tempo del juego, obligando a la defensa contraria a permanecer sobre el terreno de juego, desgastándose y esforzándose inútilmente en la protección de su end zone más tiempo del que resultaría recomendable. Además, aunque suene a perogrullada, hay que recordar que mientras la ofensiva tenga trabajo, la defensiva propia no dejará ver sus lagunas sobre el césped. En este caso, la mejor defensa es un buen ataque.
Y lo cierto es que esta inusual concepción del juego ha funcionado con un rendimiento espectacular. Antes de la llegada de Míster Audible a la franquicia, eran bien pocos los que jamás se atrevieron a contemplar a los de Indianapolis como algo más que meras comparsas en este circo de la NFL. Desde el primer momento el equipo dio tal giro que pasó, en sólo una temporada, de registrar un balance de 3-13 (1998) a 13-3 (1999) y eso solo fue el principio. Conquistaron la edición XLI de la Super Bowl en Miami, fueron finalistas hace un par de años frente a los Saints y regularmente han ganado su división. Más de 4.500 yardas de pase por temporada y una media de 33 touchdowns durante la regular season así lo avalan. Su condición de favorito al título no se discute desde hace más de una década.
Escribía Darwin en El orígen de las especies que "los organismos mejor adaptados serán los que sobrevivan". A buen seguro que la grave lesión y el duro proceso de recuperación que espera al quarterback de New Orleans, habrá provocado que algún miembro del staff técnico de Indianapolis interprete, en un contexto bastante peculiar, las enseñanzas del naturalista inglés.
La circunstancia desafortunada de la lesión de Peyton ha dado pié a lecturas del todo sorprendentes, la mayoría de las cuales expone la "debilidad" del planteamiento que acabamos de diseccionar. Al parecer hemos descubierto ahora que la mayor fortaleza de los Colts es también su talón de Aquiles. No creo que deba entenderse así. Cualquier franquicia estaría encantada en disponer de un tipo como Manning y haría bien en explotar todas sus capacidades. Podemos discutir si el riesgo es excesivo cuando uno prácticamente renuncia a presentar una defensiva de primer nivel, pero eso es todo.
El panorama en Indianapolis no es nada alentador. Al ser conscientes del alcance de la lesión, intentaron atajar el problema con un recurso que ya se ha hecho clásico en los últimos años: The Favre's Solution. Acertadamente el retirado quarterback despidió amablemente al emisario de los Colts y estos optaron por contratar a Kerry Collins. Me hubiera parecido una elección más lógica el fichaje de un perfil con mucho más talento para el pase; estoy pensando en alguien como Carson Palmer de quien siempre me quedará la duda de saber de lo que hubiera sido capaz de hacer al frente de un equipo con trazos de playoff. En todo caso, Collins no es ni Palmer, ni Favre, ni mucho menos Manning, así que veamos de qué forma puede encajar este puzzle.
Lo primero que debemos afirmar es que va a ser un año muy duro para los Colts. Tendrán que ser capaces de dar más protagonismo precisamente a aquellas partes del juego que durante años han tenido un papel secundario, esto es, la defensiva y la carrera. Efectivamente, asumiendo que Kerry no tiene la fluidez de pase para la que está diseñado este equipo, será necesario hacer creíble el juego terrestre para aumentar las posibilidades del ataque aéreo. Brown y el denostado Addai tendrán, sin duda alguna, un importante papel que jugar. Nadie en el equipo estaba preparado para tal contingencia, es cierto. Y dudo mucho que a estas horas no hayan revisado una y mil veces el playbook para buscar las mejores jugadas de carrera. Pero jugar a la mano al tiempo que la línea ofensiva empieza a hacer algo que no han practicado desde hace eones -abrir gaps para el running back-, parecen metas demasiado lejanas como para recorrerlas en tan poco tiempo. Aún así, cuanto mejor sea el resultado de esta faceta del ataque, más fácil le resultará al quarterback substituto, desplegar el arriesgado juego de pase y más crecerá, tanto su confianza como la de todo el equipo.
Un papel más complicado tendrá que jugar la defensiva, decimotercera el pasado año, decimoquinta en el 2009 y nada menos que vigésimo segunda durante el 2008. Esos chicos van a estar sujetos a una gran presión; el foco mediático estará mucho más pendiente de ellos, tendrán que jugar durante más minutos y la permisibilidad con sus errores será mucho menor. Definitivamente no lo van a pasar nada bien.
Los Colts se enfrentan a un difícil juego de equilibrios. Como en la frase de Darwin, el camino hacia la extinción pasa más o menos cerca de Indianapolis en función de su capacidad de adaptación. Pero el fracaso será absoluto si alguien pretende que sea únicamente Kerry Collins quien asuma ese cambio. Tienen que evolucionar ambas partes o de lo contrario estarán todos condenados. Y debe ser un camino que se recorra de la mano, sabiendo hasta dónde puede llegar el nuevo quarterback y dónde se sitúan las líneas rojas del equipo. No hay margen y ninguna red de seguridad.
Va a ser una campaña muy larga en el estado de Indiana.
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