Solo cabe definir lo vivido este fin de semana en el mundo de la NFL como "excepcional". Echando la vista atrás, uno tiene la sensación de haber asistido a una de aquellas magníficas e interminables veladas de boxeo a las que son tan aficionados los norteamericanos. La sangre, salpicando a los asistentes de las primeras filas, la emoción sacudiendo a todos los espectadores, los golpes cruzando el aire, amenazantes y demoledores. Y al final, solo la mitad de los contendientes permanecerán en pié mientras que los derrotados maldecirán su suerte. Cuatro duelos espectaculares, cuatro combates en los que no se conoce la compasión. El sueño de la Super Bowl es tan atractivo y están tan cerca, casi a la vuelta de la esquina, que nadie está dispuesto a desfallecer ahora ni un ápice. Estamos señores, en lo mejor de la temporada, disfruten de ello, bienvenidos a las rondas divisionales.
UN GANADOR A LOS PUNTOS
Podíamos haber asistido a uno de esos míticos combates con Joe Louis, Rocky Marciano o Sugar Ray Robinson y salir con la misma expresión de pavor en la cara que del partido disputado en el Heinz Field. Los pronósticos apuntaban a un baño de sangre, a un fútbol americano clásico que, sin hacerle ascos al fino juego aéreo, priorizara el ataque terrestre, el choque brutal, el crujir de dientes, la belleza de la fuerza bruta, del empuje, de la casta, del tipo de juego solo apto para seres que están más allá del umbral del sufrimiento. Y no se equivocaron. Los running backs tenían que luchar, palmo a palmo, por cada yarda impactados una, dos, tres o cuatro veces por los defensores contrarios. El aire en condensación hacía de cada línea de scrimmage algo semejante a una parada de búfalos, coléricos por entrar al choque. El 21 a 7 del marcador al final de la primera parte fue lo único que Mike Tomlin necesitó para motivar -aún más- a sus jugadores. Las defensas dieron caza a los quarterbacks con una extremada virulencia. Ben Roethlisberger y Joe Flacco temieron, más de una vez, por su integridad física. Suggs primero y Harrison después, cruzaron las líneas, con órdenes expresas de no hacer prisioneros. Y no los hicieron. En el particular duelo psicológico librado entre los dos quarterbacks, Joe Flacco se quebró más allá del segundo cuarto para no volver a levantarse jamás, aturdido y superado. Los blitz, incansables, implacables, imparables, con los que los Steelers castigaron el juego de ataque de Baltimore causó pavor en la mente de Flacco y temor en las manos de Boldin, Houshmandzadeh, Mason y compañía. El juego aéreo de los Ravens se había paralizado mientras que un majestuoso Big Ben empezó a sentirse como en sus mejores tiempos, tomando las riendas del partido y haciendo de éste el mejor de sus sueños. Pases a corta, media y larga distancia, como el buen púgil desplegando todo su juego de pegada, fueron suficientes para desarbolar al rival. Mendenhall sería mortal en la zona roja (2 touchdowns), Miller, Ward, Sanders y Brown desarbolarían el bastión de los Ravens.
GREEN BAY PACKERS 48 / ATLANTA FALCONS 21
"... Y LEWIS NOQUEA A TYSON... EL PUBLICO SE PONE EN PIE"
Evander Hollyfield y Mike Tyson se enfrentaron en el recordado combate de Las Vegas, donde el segundo arrancó parte de la oreja del primero. Lennox Lewis tumbó a Mike Tyson de un sólo golpe, cual rayo cegador. Quizá no seamos aficionados a esto del boxeo -yo no lo soy a pesar de este post-, pero siempre recordaremos este combate. Somos unos privilegiados. Lo visto el sábado debajo de la cubierta del dome de Atlanta debería también pasar a la historia. Siento a Aaron Rodgers como uno de los mios, juegue en el equipo que juegue y espero que, dentro de mucho tiempo, podáis leer otro The Last Hurrah, esta vez dedicado a él. Le observé en su primer partido de temporada regular, tras la salida de Brett Favre y me encantó. Ví en él a un tío que jugaba con soltura, sin estar atenazado por el habitual nerviosismo del rookie o de quien sabe que, por primera vez en mucho tiempo, el equipo espera que sea él el QB#1. Me gustó tanto que lo incorporé en mi equipo de la Fantasy de aquella edición -cuyo draft tardío se celebraba un día después de haberse iniciado la competición- y recuerdo que aquella temporada, estuvo muchas semanas por encima del propio Peyton Manning. Desde aquel entonces, Rodgers no ha dejado de crecer deportivamente hablando, de mejorar, de prosperar, de adquirir un necesario fondo de partidos, de parecerse a sus mentores y, a la vez, diferenciarse de ellos hasta ser Aaron Rodgers. Los Falcons iniciaron la regular season impulsados por la campaña "Rise Up!", con Samuel L. Jackson al frente y acaban con la crudeza con la que suelen mandar a casa a los equipos que explotan, como cura de humilidad, para que el año siguiente vuelvan con más solidez. La cabeza alta, por favor. Atlanta duró lo que tardó Rodgers en desplegar su brazo portentoso, sobrepasar el blitz local y hacer lucir a los Jennings, Nelson, Driver o Jones. En quebrar a los defensas rivales con un certero golpe de cadera, en correr hasta fuera del pocket -mirada al frente-, para seguir buscando un receptor libre. En "pichtear" para que ese milagro llamado James Starks, haya llegado como caído del cielo para abrir las defensas rivales y permitir toda clase de excesos en la ofensiva quesera. Un golpe, arriba, abajo, finta, jap, finta, paso atrás, paso adelante, finta, gancho, jap, finta, paso atrás, paso adelante, jap, jap, jap, finta... Rodgers ha escrito una de las páginas más brillantes de la post-temporada con 31 de 36, 366 yardas y 3 touchdowns. A nadie sorprenderá leer que no se contentará con eso.
SEATTLE SEAHAWKS 24 / CHICAGO BEARS 35
UN SPARRING DE LUJO
El papel de sparring tiene una doble vertiente. Por un lado te sientes el tío más privilegiado del mundo, vas a "entrenar" con el próximo campeón mundial o el ídolo del mundo del boxeo. Por otro, la cruda realidad te dice que no vas a darle ni un solo golpe y, en cambio, te vas a comer todos los de tu contrario. No sé como se puede asimilar ese binomio de sentimientos, pero supongo que la vuelta a casa es más triste que cuando saliste horas atrás. Jay Cutler se ocupó de salir al campo, tomar la zona central del cuadrilátero y mantener a un rival, claramente inferior, en continuo desgaste, obligándole a moverse pero sin capacidad de pegada y atizándole duramente al menor descuido. Se sirvió de todo lo que tenía, de las carreras de Matt Forte (80 yardas) y de las de Taylor (44 yardas y 1 touchdown), del juego aéreo de Olsen (113 yardas y 1 touchdown) y de Davis (42 yardas y 1 touchdown). Y cuando no tuvo más, lideró el ataque sumando 274 yardas y anotando 2 touchdowns. Matt Hasselbeck apenas tuvo tiempo para maquillar sus registros, sus running backs desaparecieron entre la nieve y apenas Stokley y Obomanu pudieron capturar algún pase. Fue uno de esos combates tan anodinos que no sabes si el ganador incluso ha podido parecer menos fuerte de lo que te esperabas. Afortunadamente el último ding sonó en el Soldier Field de Chicago antes de que el árbitro se viera obligado a aplicar la cuenta de protección para los Seahawks.
NEW YORK JETS 28 / NEW ENGLAND PATRIOTS 21
VUELA COMO UNA MARIPOSA, PICA COMO UNA ABEJA
Los Jets no son Muhammad Ali, pero si todo sigue igual, podrían serlo a principios de febrero. Todo lo basan en el conocimiento de sus limitaciones -ocultándolas al rival- y el aprovechamiento máximo de sus virtudes. Y al igual que cualquier joven boxeador, en rápida carrera hacia el Olimpo del éxito, van dejando a la cuneta a los más afamados dinosaurios de la competición, con la sensación, para el público, de que éstos eran mucho peores de lo que parecían. Rex Ryan tenía ya un plan contra los Colts y, una vez más, lo volvieron a poner en práctica con idénticos resultados. Desde un extremo del round, Rex ayer gritaba sin parar para que sus chicos mantuvieran la guardia en alto (anulando a todo el enjambre de receptores con los que los Patriots suelen apabullar al rival), no dejara de fintar y amagar a derecha y a izquierda (sobrecargando la presión sobre Brady, tan pronto como le contenían las líneas de pase) y respirara a su ritmo. Pronto les animó a atacar con rápidas combinaciones de golpes por debajo del mentón -y ahí Tomlinson & Greene se mueven como peces en el agua-, seguidos de una colección de jabs y golpes directos, de los que no causan grandes daños pero que sí minan psicológicamente al rival. Cotchery y Keller se han especializado en el arte de recoger los envíos a corta y media distancia para las siguientes diez yardas, ahora, ahora y ahora, sumando primer down tras primer down y desesperando a las defensas contrarias. Y cuando el contrario está más pendiente del próximo golpe bajo, boum!, un crochet!, de derecha o de izquierda, llámese Edwards o Holmes, directo al mentón, ceja o nariz rival de la defensa patriota. No os sorprendáis sino leéis nada de los Woodhead, Green-Ellis, Tate, Welker y compañía, cuando un rival anula tu gameplan, pueden dejar fuera de juego a todos tus efectivos. Bellichick no es de los que tiran la toalla; nunca lo ha sido y nunca lo será. Pero cuando a uno le atan las manos y los pies, como ayer los Jets se las ataron a los Pats, ¿qué más puedes hacer?.
Las finales de Conferencia, como me habéis comentado algunos, sí merecerán una previa.
Gracias!.
Un placer que visitaras mi blog Jordi, y por supuesto que acepto un intercambio de enlaces. Pensaba que ya tenía tu blog en la lista de enlaces porque suelo pasarme para leer tus artículos pero se me pasaría.
ResponderEliminarNos leemos, un saludo!
Muchas gracias por tu apoyo Jordi y gran resumen de los divisionales,ya tengo el enlace a tu blog publicado en el mio.Ahora a disfrutar de las finales,un saludo!!!
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