Tras la segunda jornada de competición, dejo en el tintero algunos temas que aún rondan mi cabeza para centrarme en uno particularmente sorprendente. Contemplaba el partido entre los St. Louis Rams y los New York Giants cuando, aún en el primer cuarto y en mitad de un ataque sin reunión (no huddle) del equipo de Sam Bradford, los jugadores locales, Jacquian Williams y Deon Grant, cayeron al suelo fulminados -en perfecta sincronización-, como simples monigotes. El doble y lipotímico ataque parecía más fruto del teatro, "teatro y del bueno" que diría Mou, que no un preocupante ejemplo de casual fatalidad. Fue tan ridícula la situación que el propio Williams padeció un segundo subidón, esta vez aventuro que de vergüenza propia y se levantó al instante. Deon el comediante permaneció en el suelo.