Por un puñado de dólares y quizá, el reconocimiento de la comunidad, centenares de parejas danzaban en una inacabable maratón de baile. Lo hacían durante días y días, en sesiones continuas, veinticuatro horas y al son de la música que el concurso imponía. El entusiasmo inicial de los participantes pronto quedaba substituido por el cansancio, la frustración o el desánimo. Algunos abandonaban, otros eran despedidos y solo una minoría privilegiada se alzaba ganadora. Se trataba puramente de una cuestión de tiempo y de fuerza, de capacidad y de adaptación; quizá también una pizca de suerte. Algo parecido sucede en el mundo del head coach NFL. Y los efectos de tanto baile no se han hecho esperar. La música empezó a sonar apenas iniciada la temporada y no dejará de hacerlo hasta el próximo mes de agosto. Nada va a acallarla, ni siquiera la celebración de una post temporada que nos conducirá hasta la XLV edición de la Super Bowl. Y mientras ello sucede, repasemos los danzarines más destacados.