martes, 1 de febrero de 2011

A un paso de la gloria













Esencia, tradición, historia, son algunos de los calificativos con los que se puede describir la final de la Super Bowl que tendrá lugar el próximo domingo. Y no es solo que dicho acontecimiento se celebre en la ciudad de Dallas, sede de uno de los equipos más carismáticos de la liga; la entidad de los rivales garantiza una buena dosis de épica; sobre el terreno de juego, dos de los más grandes: Green Bay Packers y Pittsburgh Steelers. Tras cinco meses de encarnizada lucha contra el resto de equipos de la liga y contra sus propias adversidades, asistiremos a un duelo tremendamente equilibrado. Ambos contendientes se saben a un paso de la gloria, tan cercana que casi pueden tocarla con los dedos, tan distante que, para uno de ellos le resultará imposible recorrer tan corta distancia.

A pesar de que será esta la primera vez que ambas escuadras coincidan en una Super Bowl, la cita estará impregnada de cierto sabor añejo, un flashback perpetuo de aquella época en la que las protecciones no valían más que su propio peso. Un tiempo en el que el fango borraba las facciones de unos rostros que, en la victoria o en la derrota, siempre abandonaban el terreno de juego con el orgullo de pertenecer a unos colores muy especiales.

Eran los partidos que nunca vimos, aquellos que solo ahora, décadas después, podemos adivinar gracias a los clips, en blanco y negro, que la NFL no ofrece con cuentagotas. Ciertamente será imposible disfrutar en el Cowboys Stadium de aquellos hombres que, con garra, fuerza y sacrificio, hicieron de los Steelers uno de los equipos que mejor representan el alma de lo que hoy entendemos por fútbol americano. Hablo de los Bobby Lane, Dick Hoak, Mike SanduskyTerry Bradshaw, de Franco Harris o de la impenetrable Steel Curtain de los "Mean" Joe GreeneL.C. GreenwoodErnie Holmes y Dwight White. Pero cuidado, el espíritu es inmortal y las sombras de aquellos guerreros amenazan con reencarnarse en los RoethlisbergerPolamaluWardMendenhall de hoy y levantar, por encima de nuestras cabezas, su séptimo Super Bowl.

En el lado contrario, como escribía Santiago Segurola, los Green Bay Packers son "la reserva sentimental del viejo deporte". Fueron los primeros en conquistar un título de la liga y continuadores de una leyenda que admite ser escrita con la espesa tinta que solo la épica confiere. Los "queseros" son, sin duda alguna, los representantes de aquel viejo espíritu con el que, en la prehistoria del fútbol, se fundaron las actuales dinastías.

La perfecta historia, tantas veces repetida como admirada, de las proezas que solo el corazón puede conseguir. El David vive en una pequeña ciudad, de poco más de cien mil habitantes, llamada Green Bay, mil veces batallador contra el Goliat de los grandes monstruos de la liga, mil veces triunfador. Los Packers son un equipo diferente en todo. Por tener tienen hasta a un head coach, Mike McCarthy, fanático hincha de los Steelers!.

Pero al contrario de lo que ocurre en el resto de franquicias, la propiedad no está en las manos de algún acaudalado magnate. El equipo verde y oro pertenece a sus propios aficionados, gente corriente que ama a este deporte sin otros condicionantes. Sus mitos son tan grandes que han trascendido el localismo de un lugar para pasar a representar casi la esencia de la NFL. Vince Lombardi no solo fue el más brillante head coach que asomó su nariz por el frío Wisconsin; también está considerado patrimonio de la liga y representante del espíritu ganador. Asistir a un partido de fútbol, cuando cae el invierno, en el Lambeau Field, es realizar un curso acelerado sobre la historia de este deporte, un viaje que acaba siempre demasiado pronto.

5 comentarios:

  1. Gracias por el artículo, está genial. No conocía la cita de Segurola, me ha encantado.

    Saludos.

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  2. acojonante articulo Jordi, te creces, te creces, está claro que te creces!

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  3. Gracias chicos. 555 la cita la dejó caer Segurola en una de esas charlas que da en Marca.com. ¿Cómo van esos nervios?.

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  4. Ah, gracias, suelo leer las charlas de Segurola, aunque esa contestación en particular no la había visto.

    De nervios regular. Mi optimismo va decreciendo según avanzan los días, cada día más acojonao.

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