viernes, 16 de septiembre de 2011

Europa Universalis, Orton y Tebow


Como ser humano, convivo con varias enfermedades. Algunas son ocasionales, otras crónicas. Entre estas últimas destacaría los juegos de ordenador y la NFL. Uno de mis juegos destacados es Europa Universalis de Paradox Interactive, el mejor juego de estrategia histórica que existe. Entre miles de opciones, la idea es dirigir el curso de la nación que prefieras desde principios de siglo XV hasta más allá del XVIII. El jugador puede intentar emular la Castilla que, tras unificarse con Aragón, conquistó medio mundo, imitar la gran tarea de unificación francesa, las luchas inglesas o cualquier otro pueblo, incluso intentar escribir destinos totalmente diferentes al curso histórico. Una de las primeras reglas fundamentales para desarrollar cualquier nación es el concepto "estabilidad". Con estabilidad, el pueblo mejora sus infraestructuras, sus ejércitos, su economía, etcétera.

Algo parecido sucede en la NFL. Todas las franquicias, más o menos importantes, requieren de un grado de estabilidad para salir adelante. Cada vez que intento acercar este mundo a mis amigos les hablo de la importancia -entre otras-, de tener bien definidas ciertas posiciones claves, entre ellas -evidentemente ((C) by Andrea)-, el quarterback. Estos, no solo son los encargados de dirigir la ofensiva. Con frecuencia, también asumen un papel de liderazgo en el vestuario con el que motivar al resto de compañeros. El éxito de mi explicación llega cuando, tomando como ejemplo el soccer, les hablo de la necesidad de tener un portero titular y del error de alternar a dos cancerberos; nadie en su sano juicio lo hace, ¿verdad?. Por esta razón no conoceréis a muchos equipos, ganadores de la Super Bowl, que no tengan un mariscal de campo definido.



Comentaba con Mariano Tovar que el calendario de la NFL sigue un timming muy típico: la quarterback controversy nos suele ocupar los meses de septiembre y octubre. A principios de noviembre, incluso antes, empiezan a rodar las cabezas de algunos head coach y para principios de diciembre, los equipos saben si han fracasado, si ese año será para olvidar o si puede ver la luz (playoffs) al final del túnel. Estamos en septiembre así que, cojamos las maletas y viajemos hasta Denver.

La madrugada del martes, los Denver Broncos cayeron en el Invesco Field at Mile High ante un rival divisional, los Oakland Raiders por 23 a 20. Quizá la diferencia entre unos y otros fuera que un kicker regordete, de nombre Sebastian Janikowski viste con la camiseta visitante y es capaz de anotar un field goal de 63 yardas mientras que los locales no pueden obtener los 3 puntos con un fallido intento desde poco más de 50 yardas. Lo más sorprendente de todo no fue contemplar la primera derrota de los locales -resultado no tan inusual-, sino la reacción de muchos aficionados en el mismo estadio quienes, combinando sonoros abucheos con expresivos gestos, reclamaban la substitución de Kyle Orton por Tim Tebow. Y entonces vino a mi mente un refrán con el que conseguir una perfecta descripción de la situación: "quien siembra vientos, recoge tempestades".

Todo empezó en el Draft del pasado año cuando los Broncos, desatendiendo otras necesidades deportivas mucho más acuciantes, utilizaron el pick conseguido gracias a un intercambio de 3 selecciones de draft, para seleccionar (Ronda 1, Pick 25) al quarterback filipino de los Gators, Tim Tebow. Fue una decisión claramente errónea a la que contribuyeron por error, convencimiento u omisión, todas y cada una de las piezas clave de la organización; aquellos tipos a los que pagan los Denver Broncos para que el equipo volviera a reverdecer viejos laureles de gloria. Es fácil señalar a Josh McDaniels, a buen seguro uno de los peores head coach que han pasado por las montañas rocosas, pero también deberían cargar con su parte alícuota de responsabilidad quienes, jerárquicamente por encima de él, consintieron tamaña barbaridad. McDaniels parece tener un problema con sus quarterbacks. Enfrascado en la que parece búsqueda del nuevo Joe Montana, cualquier mariscal de campo parece ser insuficiente para su húmedo sueño. Así, nada más llegar, decidió intercambiar a Jay Cutler por Kyle Orton y a los pocos meses había decidido que el exquarterback de los Bears tampoco era su hombre. Así que incorporó a Tebow, con el ruido mediático que le acompaña -portada del NCAA 2010 de EA y líder en la venta de camisetas de un rookie en Denver-. Los Broncos abandonaban el camino de la reconstrucción para adentrarse en la senda de la inestabilidad en todas sus líneas. Al tiempo el equipo se descapitalizaba prescindiendo de gente como Tony Scheffler, Peyton Hillis, Brandon Marshall o el citado Cutler.

El invento acabó por costarle el cargo al joven Josh tras registrar el peor balance en los últimos 51 añis (4-12). Pero la llegada del nuevo "Vicepresidente ejecutivo de operaciones de fútbol americano", John Elway, en enero del 2011, no hizo más que atizar esta hoguera. En lugar de apaciguar los ánimos y, si la situación lo requería, tomar drásticas soluciones, el exquarterback pareció dedicado a restar méritos a Orton al tiempo que daba nuevos ánimos a los pro-Tebow con frases como "creo que como organización, vamos a avanzar com Tim" o la reveledora afirmación: "para que los Broncos se conviertan en campeones de la Super Bowl, el mariscal de campo tendrá que perfeccionar su movimiento de lanzamiento, mejorar su precisión y demostrar que puede ganar". Tal fue la presión y falta de apoyo que recibió Kyle que éste llegó a solicitar el traspaso. Sólo la llegada del nuevo head coach, John Fox, pareció devolver el sentido común aunque eso no tranquilizó a un entorno -fans y medios de comunicación- que, cada vez más, levanta su voz a favor de Tebow. Lo que tendría que haber sido una pretemporada tranquila, calmada y concentrada en la preparación, se transformó en abucheos constantes, no sólo durante los partidos de pre-season sino incluso durante los entrenamientos de la franquicia.

Con la llegada de la primera derrota, los ánimos están más encrespados que nunca. Hoy es un suplicio para los Broncos disputar en su casa dos de los tres primeros partidos de regular season. A tal extremo ha llegado la situación que incluso jugadores importantes del roster como el wide receiver Brandon Lloyd han declarado "pienso que todos están esperando la oportunidad de sacar a Orton y meter a quien sea en su sitio". Por sino fuera poco, remachó: "sabíamos que estaríamos en esta clase de ambiente alrededor de Orton y todo lo que sucede. Si Orton gana, todos seremos genios. Si perdemos, hay que traer a alguien más. No es nada nuevo en el mundo deportivo. Así que esta táctica de los medios no es nueva".


Pero, ¿hay suficientes motivos deportivos para esta controversia?. Para responder a este interrogante he recurrido al pozo sin fondo que son los conocimientos técnicos de Willy Bistuer, head coach de los Barcelona Bufals -cadetes-, coordinador ofensivo de la Selecció Catalana (cadetes) y especialista en quarterbacks, para solicitarle una descripción de ambos:

"Kyle Orton no es un jugador de físico espectacular aunque sí muy listo a la hora de sacar partido a sus características. Buen release, buen drop back y con una mecánica de pase que no está nada mal. Se mueve suficientemente bien en el pocket para ganar tiempo. Y aunque sus lecturas de pase no están a la altura de un Brady o un Manning, son lo bastante buenas como para mover una ofensiva por el campo si dispone de la ayuda pertinente.

Por su parte, Tim Tebow es prácticamente su antónimo. Tiene un físico privilegiado que le permite convertirse en una "dual thread". Sus piernas le permiten ganar muchas yardas de carrera, razón por la cual las defensas tienden a cerrarle las vías de penetración y que éste tenga que vencerles con su brazo. Por sus condiciones y al contrario que Orton, necesita de menor protección de su offensive line. Ha trabajado mucho en su mecánica de pase pero sigue siendo demasiado "raw" y, pese a que potencia no le falta, sus lecturas aún son muy básicas"

Sinceramente no creo que Tebow sea la respuesta a todos los males que aquejan a los de Denver porque estos van más allá de la substitución de un quarterback. Además, hoy en día no podemos ni siquiera comparar lo que Kyle Orton es, o sea, un mariscal de campo consolidado, con cifras respetables, del proyecto que aún se llama doble t. Tebow no está preparado para asumir de forma regular el mando de las operaciones en Denver. No tiene aún la suficiente capacidad de pase como para desempeñar con éxito una ofensiva. Su mecánica aún es lenta y su amenaza de carrera no es mayor que la que puede llevar a cabo cualquier fullback. No gana yardas ni por su velocidad, ni por su agilidad sino por simple fuerza, es decir, masa por aceleración. Así las cosas, el verdadero mal que aqueja a los seguidores de los Broncos se asienta más en la frustración por unos triunfos que no llegan. Y en ese lodazal han entregado sus almas a una promesa, sencillamente porque la realidad que ven no les satisface y creen que cualquier alternativa -en este caso llamada Tebow-, cambiará el panorama.

Si yo fuera Fox, pasado mañana alinearía a Tebow como titular y esperaría a que se estrellase. Y además le explicaría el plan a Orton para que no perdiera la confianza en sí mismo. Una vez logrado el objetivo -uno o dos partidos más tarde-, devolvería a Kyle al sitio que le pertenece. Quizá así, aficionados, Elways y medios, abrieran de una vez los ojos y se dedicaran a apoyar al equipo en lugar de seguir alimentando el fantasma de la discordia. Kyle Orton no es el mejor de la liga, pero es el mejor que ahora puede defender los colores de los Denver Broncos.

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