miércoles, 27 de octubre de 2010

Un head coach llamado Sun Tzu


Fue Sun Tzu, uno de los más afamados generales de la antigüedad, quien condensara todo su saber militar en el tratado "El arte de la guerra". Entre otras aserciones me gustaría resaltar aquella idea, a medio camino entre lo que podría ser un planteamiento puramente estratégico y lo que debería considerarse como toda una filosofía de vida: "si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otras; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla". Mucho me temo, a tenor de lo que estamos observando en las primeras jornadas de la National Football League que, dos mil seiscientos años después, más de algún owner sería capaz de plantar un cheque en blanco ante las narices del citado Sun Tzu si con ello pudiera presentarlo, mañana mismo, como nuevo head coach de su franquicia.

Y es que han bastado algunas decenas de minutos de regular season para asistir a un espectáculo que, no por nuevo, ha dejado de sorprendernos. A buen seguro que los seguidores más veteranos de la NFL podrán recordar incontables ejemplos ilustrativos de la tradicional quarterback controversy, pero a nadie se le escapará que estas medidas van mucho más allá de lo que sería un simple relevo de una de las piezas que componen el engranaje del equipo para sembrar una sombra de duda respecto a temas tan vitales como la planificación de una temporada o el liderazgo de grupos.

A menudo me pregunto en qué consiste exactamente eso de construir un proyecto: directivos, entrenadores y jugadores se empeñan en convencernos del alto grado de estudio y planificación que una temporada profesional requiere. De la solidez del proyecto y del análisis de hasta el más mínimo de los detalles, de las características técnicas de cada jugador y de cómo utilizarlas por y para el bien del equipo. De la necesidad de la pretemporada para testear sistemas, tácticas y estrategias y, por supuesto, sino con el simple transcurrir de unos minutos iniciales insatisfactorios, toda esa preparación parece saltar por los aires. Porque parece más que evidente que el rol que un quarterback debe asumir en un equipo de fútbol americano va mucho más allá de la mera administración del playbook. A él se le atribuye un liderazgo natural, no solo con la capacidad de guiar al grupo sino, casi con la obligación de arrastrarlo -si hace falta-, más allá de los límites naturales del grupo. Sabido es que el sufrimiento y la derrota es el cemento perfecto con el que armar el espíritu de equipo de cualquier colectivo. Para mi desazón, hoy por hoy, a lo único que parecen dedicados algunos head coach es a prescindir de todo tipo de estas consideraciones para buscar la opción más cómoda -la substitución de su QB- y esperar que la improvisación más absoluta les acabe conduciendo por la senda del éxito.

Pero estas dinámicas son perjudiciales en sí mismas, abocando al más absoluto de los fracasos en la gran mayoría de ocasiones: ¿cómo va a mejorar un quarterback si, casi desde el primer minuto, siente que ha perdido la confianza de su entrenador?. ¿Cómo va a progresar el rendimiento del equipo si observan cómo se tambalea quien iba a ser líder?. ¿Qué clase de fe tendrá un head coach en su quarterback si el equipo no responde a lo que se esperaba?. ¿Qué podemos obtener de un QB que ha sido substituido, cuando le toque volver al equipo titular porque el segundo mariscal de campo tampoco ha funcionado?. ¿En qué situación quedará ese segundo hombre?. Difícil solución a tanto interrogante.

Lo más alarmante de todo -y quizá sea donde verdaderamente se halle el quid de la cuestión-, sea la incapacidad que han puesto de manifiesto algunos equipos técnicos en la búsqueda de las soluciones apropiadas. El exceso de sacks y hits que un quarterback reciba durante un partido nunca se había remediado con la substitución del mismo sino con el ajuste adecuado del sistema o de los hombres de la línea; ¿o es que el QB suplente va a detener a la línea defensiva rival con la mirada?. Si el pase profundo o a media distancia no funciona, quizá sería el momento de revisar las coberturas contrarias u optar por incidir en la carrera antes que esperar que sea el día de inspiración de ese mariscal de campo que tenemos sentado en el banquillo. Y, por supuesto, si construimos las victorias de la defensa, no esperemos que, contra un equipo anotador, nuestra ofensiva se distinga por sus acciones.

La mancha se ha difundido con extrema rapidez a través de un importante número de equipos. Desde Philadelphia hasta Tennesse, desde Buffalo hasta Oakland sin olvidar Charlotte. Y no pocas ciudades más esperan acontecimientos para seguir el mismo camino. Nerviosos observarán novedades los Kolb, Young, Edward, Campbell, Moore, Collins, Vick, Fitzpatrick, Gradkowski, Clausen y alguno más. Bien pensado quizá no fuera tan buena idea contratar a Sun Tzu, el hombre probablemente acabaría con una crisis nerviosa ante tamaño desatino; y es que nunca ha sido fácil eso de "conocerse a sí mismo".

Artículo publicado en el número 1 de Football Speech.

4 comentarios:

  1. Lo leí en la revista y creo que fue con diferencia el mejor de todos!

    ResponderEliminar
  2. Un gran articulo. Ahora las cosas ya se van tranquilizando aunque la qbcontroversy aun esta presente en algunas franquicias.

    ResponderEliminar
  3. Una excelente colaboración aunque ahora ha perdido algo de actualidad, ¿porque no lo has publicado antes?. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por vuestras buenas palabras. JaimeFern, me parece adecuado esperar algo menos de un mes desde la publicación en la revista hasta recogerlo en este blog. Esa será la política que voy a seguir. Un saludo a todos.

    ResponderEliminar