Hay lugares que con solo mencionar su nombre son capaces de evocarnos las esencias más puras del deporte. Espacios abiertos o cerrados donde miles de almas vivieron un sueño, ganaron o perdieron, gritaron, sufrieron y a veces, incluso lloraron. Y así es como la mítica del deporte traspasa las fronteras de lo mundano para convertirse en una herencia sentimental que va pasando de padres a hijos como si de un preciado tesoro se tratara. El recuerdo del viejo Wembley permanecerá imborrable para millones de aficionados al fútbol, de la misma forma que las ocres pistas de Roland Garros serán el mudo testigo de las batallas épicas que los seguidores de tal o cual tenista puedan revivir y tantos otros estadios, arenas y coliseos donde hallar, por un segundo, el dulce sueño de la inmortalidad.

Pero hay algo más que eso. Algunos cuentan que en las plácidas noches de otoño, cuando el equipo profesional se encuentra lejos de casa y la afición se apresta a animar a sus colores desde el bar de la esquina, unas siluetas indefinidas rememoran viejos sabores de gloria. Los menos prudentes aseguran que, con un poco de imaginación, es fácil identificar a un joven Don Chandler practicando sus field goals, a Taylor, Hornung y Freeman correteando por el campo y todos ellos bajo la atenta mirada de un tal Vince Lombardi.
Habladurías de algunos viejos?, quizás... pero que nadie lo olvide; esto es el Lambeau Field.
uau, excelente artículo!
ResponderEliminarAdelante con el bloc
Muy bueno el blog, acabo de conocerlo y creo que me he convertido en lector asiduo jejeje.
ResponderEliminarMuy interesante el artículo!