Lo que año tras año sucede en el draft NFL solo puede ser calificado como una especie de exceso mediático sin parangón, una hoguera de las vanidades a lo bestia. Quizá sea porque a estas alturas de la temporada o, mejor dicho, de la no-temporada, las notícias sobre football sean más escasa que los billetes de 500 euros a final de mes y, por tanto, de algo hay que hablar!. También puede que en la ansiada carrera por descubrir a una futura estrella del deporte profesional, expertos y periodistas hagan toda clase de esfuerzos por ser los primeros y colgarse las oportunas medallas. En cualquier caso, la atención y las conclusiones que del draft se extraen están, a mi "sereno" juicio, fuera de cualquier contención.
SI YO FUERA Sam Bradford, hoy me levantaría de la cama exultante y deprimido. Exultante porque, respondiendo a las expectativa más favorables y superando una grave lesión, sería el pick #1 de la primera ronda del Draft 2010, es decir: el mejor jugador de todos los elegibles. Deprimido porque la próxima temporada esperaría debutar, si es el caso, al mando de los St. Louis Rams, un equipo que se arrastra por la parte baja de la NFL. Sí, posiblemente tuviese más posibilidades de entrar en juego pero también sabría que para que ser un buen quarterback, tan importante es la calidad del pase como buena la recepción y ahí no debiera tenerlas todas.
SI YO FUERA Tim Tebow, hoy me levantaría de la cama exultante y acojonado. Exultante porque creería haber sido objeto de una campaña mediática exagerada aunque fuera en mi provecho, claro. Habría logrado encaramarme hasta la primera ronda del Draft 2010, algo para lo que, en opinión de muchos entendidos, no tendría ni la más remota posibilidad hace escasas semanas. Acojonado porque, como consecuencia de ello, ahora formaría parte de una plantilla NFL -Denver Broncos- con el puesto de QB teóricamente cubierto por Kyle Orton, un joven que apunta alto (27 años y 86,8 de rate), con un rol -quarterback- para el que debería modificar mi mecánica de pase o bien con opciones a ser utilizado en otras posiciones para las que no me habría preparado en los últimos meses.
SI YO FUERA Jimmy Clausen, hoy me levantaría de la cama tranquilo y cabreado. Tranquilo porque, al fin y al cabo, el pick de un draft tiene la importancia que queramos darle, ni más, ni menos. Y el hecho de no ser elegido en primera ronda me lo pasaría por el forro -me apetecía más escribir "por el arco del Triunfo", aunque no lo haré-; que se lo pregunten a Brett Favre y a los Packers, elegido con el pick 33 en segunda ronda, a Jerry Rice y a los 49ers, pick 16 en segunda ronda, a Emmitt Smith y a los Cowboys, pick 17 en primera ronda, a Tom Brady y a los Pats, pick 199! en sexta ronda, o incluso al propio Joe Montana (todos en pié!!) y a los 49ers, pick 82!!!!! en tercera ronda. Cabreado precisamente porque tendría que aguantar, en consecuencia a toda una serie de opiniones mediáticas cuestionando todos mis esfuerzos: "what about Clausen?", o "Clausen's free fall is stunning, but could he drop from Round 2?". Basura!.
Afortunadamente -o todo lo contrario-, yo no soy ni Sam Bradford, ni Tim Tebow, ni Jimmy Clausen; así es que me apresto a disfrutar de esta temporada con un aliciente más: comprobar la ascensión o caída de las jovenes promesas.
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